Rusia 2018: veníamos mal porque pasaron cosas



Desde hace mucho, los estudiosos de la historia abandonaron el modelo puramente fáctico y privilegiaron el análisis de procesos políticos, sociales y económicos. Los hechos y las personas son importantes pero más lo es el contexto. San Martín no hubiera cruzado los Andes si las condiciones existentes, etc.
Aplica también en el caso de la selección. Desde que murió Grondona y se derrumbó el imperio que había construido, lo que está pasando en cualquier aspecto que se considere es el reflejo de la orfandad en que ha quedado el representativo nacional ante el desbarajuste y el (des)manejo político clientelar de la AFA.
Las cosas nunca funcionan más que por accidente si no existe un proyecto serio y consistente detrás. Cuando Grondona asumió su largo reinado en la AFA, con el envión que traía la selección campeona del 78 y la importancia que le había asignado la dictadura como símbolo nacional, uno de sus primeros logros fue la obtención del predio de Ezeiza. Se tardaron diez años en completarlo, la selección campeona del 86 se siguió entrenando a la antigua, de prestado, pero la que fue a Italia 90 ya pudo hacer uso de las instalaciones. El predio de Ezeiza es modelo en términos de ámbito de concentración para jugadores de alto rendimiento, con todo lo necesario. Además de la selección mayor y de las juveniles, también lo han aprovechado Las Leonas, Los Pumas, el equipo nacional de Vóleibol, Los Murciélagos.
Eso hizo que Argentina tuviera etapas parejamente consistentes, más allá de los resultados, y alcanzara altos niveles de protagonismo a nivel internacional. Y no sólo en la selección mayor, sino muy sensiblemente en las juveniles. Del mismo modo, se trató de respetar el ciclo de los entrenadores, de 4 años entre mundial y mundial. Así se hizo con Bilardo, Basile, Passarella, Bielsa y Pekerman; luego fue un poco más desprolijo para Sudáfrica 2010 (Basile y luego Maradona) y Brasil 2014 (Batista y Sabella). Pero en ambos casos, los entrenadores que finalmente llevaron al equipo al Mundial contaron con un mínimo de dos años para trabajarlos, y una continuidad institucional en la AFA que daba una garantía de respaldo.
Entonces se murió don Julio, y a Martino no se lo pudo sostener dos años, con un equipo conformado que había llegado a la final de la copa del mundo en Brasil. Resultaba bastante evidente que Martino no se sentía apoyado institucionalmente en un momento en que en la AFA rodaban los cardos y toda la preocupación giraba, durante 2015 y parte de 2016, en torno a la frágil posición de Luis Segura al frente de la institución como interino, mientras se despedazaban los dirigentes por la sucesión y los negocios, entre papelones por votos mal contados en una elección, concentrados en la concreción de la ansiada Superliga local, que garantizaba la hegemonía de los clubes poderosos. En paralelo, el cambio de administración en el gobierno desarmaba la estructura del fútbol gratuito y permitía el regreso de actores empresarios para negociar la televisación.
A Martino lo sucedió Bauza, nombrado por Armando Pérez cuando asumió la intervención de la entidad en medio del escándalo del Fifagate y un desorden mayúsculo. Bauzá duró exactamente lo mismo que su promotor: apenas decidida la elección del Chiqui Tapia, éste lo despidió y decidió la contratación de Sampaoli.
Sampaoli tomó el cargo en junio de 2017, a exactamente un año del inicio de Rusia 2018, en medio de unas eliminatorias que obviamente no estaban pudiendo tener un buen progreso, y en las que se llegó a la última fecha dependiendo de otros resultados, en lo que parecía casi un milagro, para poder clasificar.

En los cuatro años anárquicos que siguieron a la desaparición de Grondona, selección, técnicos y jugadores estuvieron a la buena de dios, sin plan, sin seguridades, sin cronogramas de preparación ni respaldo institucional; sin presupuesto y a veces sin interlocutor con quien evacuar los problemas.
El último tramo de la concentración, con el amistoso suspendido contra Israel a último minuto de manera bochornosa, dieron cuenta del nivel de improvisación institucional, el papel nefasto jugado por la AFA, los problemas de una entidad que si bien durante los años de Grondona se acomodó a todos los gobiernos, civiles y militares, del signo político que fueran, ahora directamente se ve cooptada por alianzas entre fuerzas políticas que pretenden, contra todo lo denunciado, hacer más política que nunca con el fútbol.
Por tanto ahora buscar responsabilidades en los errores de Caballero, en los cambios de planteo de Sampaoli, en las ausencias de Messi o en su club de amigos, es casi una anécdota. Nada podía salir bien si uno analiza mínimamente cómo se llegó hasta aquí.
Uno puede pensar que Grondona era el mayor y más despreciable de los corruptos, pero eso no quita que en su gestión la(s) selección(es) siempre fueron prioridad. Postura que Grondona sostuvo como imperativo y que le permitió incluso acceder a una de las vicepresidencias de la Fifa: ¿para su beneficio personal? Es posible, se lo deberá determinar; lo que es seguro es que el fútbol argentino y su selección se fortalecían también con esa posición de poder, y la AFA tallaba a la hora de decisiones que suelen resultar en desmedro de países menos influyentes. Lo mismo a nivel continental.
Se podía renunciar a todas las negatividades del personaje Grondona, pero no a las construcciones logradas en favor del fútbol argentino a lo largo de tantos años. Una de dos: o al fin y al cabo el tipo no era tan malo, o los de ahora son mucho peores.
Del mismo modo, puede no gustar o no entenderse lo que pretende Sampaoli, pero a la vista del contexto, tampoco se pueden pedir milagros. Como tampoco se le podían pedir a Bauzá o a Martino, mientras estaban a la deriva sin tener a quien recurrir en caso de necesitar respaldo para imponer disciplina, o desarrollar un proyecto, o establecer condiciones, o lo que fuera.
Hasta el club de amigos de Messi, en caso de existir, no es otro resultado que el esperable de semejante situación a la intemperie. La naturaleza abomina del vacío; por tanto, ¿qué otra cosa podía pasar que los jugadores se constituyeran en un bloque autodeterminado, si no existía un timón, una guía o una autoridad perdurable?
Al día de hoy, en la definición de la fase de grupos de Rusia 2018, al igual que en las eliminatorias, Argentina depende de una combinación de resultados para no hacer las valijas en primera ronda, y acceder a los octavos de final. Es posible que lo logre. Lo que es menos probable es que consiga progresar más allá, a la vista de los resultados y el funcionamiento. De cualquier modo, todo puede pasar.

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