La quinta columna


Quizá Macri tenga razón y las propuestas de Milei no sean un peligro porque una cosa es decir cualquier verdura desde el llano y otra concretar reformas que precisan validarse institucionalmente mediante mecanismos ideados, precisamente, para evitar que un desquiciado se haga con el poder y provoque desastres.

Que Macri apoye a Milei y al mismo tiempo lo esmerile un poco tampoco extraña, teniendo en cuenta que, a la luz de hechos recientes, resulta más sencillo tenerlo de adversario que de aliado. Que lo digan, si no, Rodríguez Larreta y Bullrich.

Si por algo no se destaca Macri, se sabe, es por su lealtad. El cadáver de su padre no se había enfriado del todo y él ya lo estaba calificando de delincuente.

En cualquier caso, si sobrevivimos al 2001, no hay por qué suponer que no seremos resilientes una vez más. En todo caso, lo difícil es superar la sensación de abatimiento cuando por cuarta vez en menos de cincuenta años (Martínez de Hoz, Menem-Cavallo, Macri y ahora Milei) una parte de la ciudadanía se deja seducir por el mismo proyecto que fracasó en cada oportunidad. Sin contar frustraciones anteriores del mismo cuño, que ya fueron apuntadas en otra entrada de este blog.

Lo más peligroso no viene por ese lado. Su vicepresidenta, cuyo padre militar fue preso por negarse a jurar por la Constitución durante el gobierno de Alfonsín, presenta un perfil muchísimo más oscuro, que evoca las peores memorias, las de los genocidas embozados que rumian su rencor eterno y su sed de revancha.

La cara de concha afligida con la que suele presentarse Victoria Villarruel, usurpando la imagen que en su momento rindió pingües beneficios a la hoy caída en desgracia María Eugenia Vidal, no alcanza a disimular su verdadera esencia. Algún asesor de imagen tendrá que mejorar esos colmillos, que lucen vampíricos y chupasangres y meten un poco de miedo.

Colmillo draculiano.. Fuente: Perfil, 07-09-2023

La mano invisible de la represión

Lo verdaderamente tenebroso del experimento esperpéntico de Milei se articula con su visión antediluviana de la complejidad socioeconómica del país, de las relaciones internacionales y de los acuerdos democráticos que permiten una convivencia pacífica y civilizada. Sus calificativos, prodigados con generosidad, de “comunistas” y de “zurdos de mierda” lucen extemporáneos y lo suficientemente apolillados como para que alguien los tome demasiado en cuenta (más allá de los grupos nazionalistas de siempre, como se verá después), pero colaboran a una simplificación en donde las soluciones son fáciles, de blanco y negro, y se resuelven con invocaciones a la honestidad y a un obtuso “sentido común”.

Ah, pero el electorado argentino no caería nunca en un razonamiento tan elemental. ¿No? Resultó increíble, en su momento, que Macri calificara por poco de boludez el problema de la inflación en la Argentina; sin embargo fue lo suficientemente atractivo para ganar una elección.

Dado que el pensamiento de Milei sólo se conoce a través de interlocutores que no van a incomodarlo –y como estos no van a hacer la pregunta obvia a las salvajadas propuestas: ¿cómo se van a gestionar las demandas sociales?–, el interrogante queda implícito. Puertas adentro, se resolvió en la asociación con Victoria Villarruel, con quien planifica repartir las tareas: Milei se encargará del engendro económico libertario, Villarruel de la represión consiguiente.

Igual que Martínez de Hoz y Videla.

Para ello el Capitán Ancap ya le delegó a la villana de este comic terrorífico la supervisión de los ministerios de Seguridad y de Defensa, dos de los ocho que planea en su gabinete. 

À nous la liberté. Fuente: La Nación, 05-09-2023

Estrategias del terror

En este matrimonio por conveniencia, Villarruel tiene agenda propia. En un derrotero sinuoso que le valió reconocimientos y enemistades entre las filas uniformadas, eligió la estrategia del negacionismo.

El negacionismo se basa en buena medida en el ocultamiento: ocultamiento de pruebas, ocultamiento de listas de víctimas, ocultamiento de aberraciones empleadas como método. Principalmente, ocultamiento de las intenciones últimas.

El negacionismo tiene sus inconvenientes. Por más pacto de silencio que haya, siempre hay alguno de los propios que muestra la hilacha y está orgulloso de lo hecho. Es la vertiente patotera de la familia militar: dejan marcas de dedos por todos lados, se exhiben imprudentemente, hablan de más. Es la actitud opuesta al negacionismo. El caso Camps: los que consideran que no es de machos andar escondiéndose.

Después, hay otros problemas: el caso Scilingo, los que no pueden soportar la culpa y se quiebran. Finalmente, el traspié que pueden sufrir los más sólidos, como le pasó a Díaz Bessone.

En 2004, Marie-Monique Robin publicaba Escuadrones de la muerte. La escuela francesa. Se trata de un libro y un documental sobre la influencia en América del Sur de los militares franceses que desarrollaron técnicas paramilitares en Indochina y luego en Argelia, agrupados en el OAS (Organización del Ejército Secreto). Para llevar adelante su investigación entrevistó a muchos protagonistas haciéndose pasar por una periodista de derecha, y obtuvo así testimonios de otro modo imposibles. En un off the record que no fue tal, ya que a la distancia su camarógrafo estaba grabando, logró la siguiente infidencia de Díaz Bessone:

        Como se puede apreciar, el negacionismo tiene un montón de agujeros por fuego amigo. Si le sumamos los testimonios de sobrevivientes, las pruebas encontradas, los hallazgos del Equipo Argentino de Antropología Forense, los hijos recuperados y un largo etcétera, es insostenible. Pero igualmente, cada tanto, siguen insistiendo: errores, excesos. Ahora, abusos.


De ayer a hoy

Volviendo al presente, Villarruel explora un camino más oblicuo. No hay forma, hoy, de reivindicar a los responsables. Decide entonces entrar por otro lado, el de las víctimas del terrorismo. Si consigue abrir esa grieta, por ahí se puede revisar toda la historia y “blanquear” a los genocidas.

Ahí nacen sus diferencias con Cecilia Pando. Cuando muda de estrategia es cuando Pando, que es de la vertiente patotera, toma distancia. Pero no porque Villarruel fuera ninguna blanda: de hecho, el mayor Pedro Rafael Mercado (que por su intermedio fue presentado a Videla), esposo de Pando, dijo en relación a una cena con Villarruel que por primera vez me sentí parado a la izquierda de mis acompañantes”.

Pando, fiel a su estilo “bocino porque me la banco”, que tanto detestan Villarruel y sus adláteres de la estretagia solapada, le desbarata las piezas en el tablero, poniendo las cosas en blanco sobre negro: “probablemente, la Argentina que se viene va a tener que tomar medidas no gratas, que traigan aparejado un incremento de conflictividad social, que tal vez requiera la participación de las Fuerzas de Seguridad y Fuerzas Armadas para restablecer el orden”.

No sé si quedó claro. También está en video.

Como hay otros chambones en la kermese, el hijo de Domingo Bussi, Ricardo Bussi, partidario también de defenderse a los tiros, insistió con lo mismo, después de asegurar que “el año que viene va a haber problemas porque la cuestión hoy pasa por el ajuste”. Ante la pregunta del cronista sobre si la respuesta es la represión, concedió “sí, porque el Estado tiene el monopolio de la fuerza y tiene que actuar en beneficio de la comunidad”.

Falta aclarar, claro, qué entiende por comunidad.

 

Ejército en maniobras

Conforme indican los manuales, es necesario ir corrigiendo la estrategia en función de las circunstancias. Lo que se dice realineamiento táctico.

Entonces Villarruel, en lugar de lamentar las torpezas de Pandos y Bussis, las usa a su favor y adelanta un casillero. Vuelve a sesgar el discurso y anuncia que Massa está incendiando el país y que “entonces, ¿qué país querés asumir? Un país devastado. ¿Y cómo pensás resolverlo si no es con una tiranía?”.

Es lo suficientemente ambigua como para sugerir que el tirano va a ser Massa, pero lo realmente grave es que busque naturalizar que a una situación de crisis se la resuelve con una tiranía, en lugar de con mayor y mejor democracia.

En paralelo, se mueven otras piezas en el tablero que van preparando el terreno. El capitán retirado Iván Volante sale con los tapones de punta contra Agustín Rossi, con acusaciones que sugieren utilización de fondos públicos. El Ejército lo sanciona, entonces se viraliza un video del nazi marplatense Carlos Pampillón llamando poco menos que a una rebelión militar en defensa de Volante. Lilia Lemoine lo sube a TikTok, luego lo saca, pero el objetivo se ha conseguido.

Los que sigue ya es fácil de imaginar: a aquella temprana agresión a investigadoras del Conicet (“deberían tener miedo porque se termina esto de la ciencia”) después de los ataques de Milei a ese organismo, se suman ahora la promesa de un Falcon verde para Agustín Rombolá, presidente de la Juventud Radical, y la vandalización de la Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza.

Para terminar de armar la bomba, están buscando instalar la idea de fraude, así, en caso de no ganar el próximo domingo, terminar de pudrirla toda.

 “Algunos, y me resulta comprensible, dirán que la heroína de la fórmula es Victoria. Que hay que tragarse el sapo de Javier, porque la diputada libertaria, que no está dibujada, la tiene clara y que de ella provendría la solución al problema de los 70”, dice Mercado, el esposo de Pando. “Bueno… les diré que me encantaría poder confiar en la Vicky. Pero en este caso, por distintas razones, tampoco la Villaruel despierta mi confianza. Muchas veces, conocer más en profundidad a una persona, a veces te juega en contra (sic)”.

Caramba, que lo afirme un militar dice mucho de Vicky. Pero en todo caso deja en claro que muchos de sus colegas coinciden con el diagnóstico de su estrategia desarrollado en esta nota.

Milei es ya suficientemente desastroso, pero Villarruel es siniestra. Es el mayor de los peligros.






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