La caja de Pandora en las alcantarillas
Hace menos de
un año, en agosto de 2018, analizábamos con mi amigo Bernardo las vinculaciones
entre los dos grandes escándalos políticos del momento. En el mes anterior,
julio, se había revelado el bochorno inocultable de los aportantes truchos de
Cambiemos en las pasadas elecciones. Era una bomba de consecuencias
imprevisibles que fue oportunamente desactivada al conocerse, inmediatamente
después, la causa de las fotocopias de Centeno que involucraba a Cristina
Fernández.
La superposición
casi mágica de ambos casos hacía todo muy sospechoso. A las evidencias categóricas
sobre la manipulación de datos de aportantes al partido oficialista (registros
oficiales más declaraciones y testimonios de los damnificados,
involuntariamente involucrados) se contraponían las endebles “pruebas” sobre
cohechos de la gestión anterior: fotocopias de cuadernos ya inexistentes o
nunca existidos.
Los medios
dominantes, convenientemente, deprimieron y minimizaron los hechos referidos al
escándalo 1 y enfatizaron hasta la desmesura los vinculados al 2.
O era mucha
casualidad, o demasiada mala suerte para la oposición, o definitivamente algo
olía mal en Dinamarca. Barajamos la posibilidad de que Cambiemos estuviera gastando
la bala de plata que se reservaba para la campaña presidencial de 2019.
A esa
conclusión llegamos apreciando que el armado de la opereta de las fotocopias era
pobre hasta la ridiculez, con todo el aspecto de una truchada que en
condiciones normales no hubiera podido trasponer la mesa de entradas de
cualquier fiscalía y que sin embargo, con vertiginosa rapidez, buscó robustecer
la consistencia que no tenía con una catarata de empresarios y funcionarios
acusados, aprehendidos y encarcelados o no, según un criterio extremadamente
laxo y discrecional.
La fuga hacia
adelante practicada por los verdaderos hacedores del poder temporal,
desbaratando su estrategia de mediano plazo para diluir las evidencias de
fraude que debería enfrentar el gobierno, parecía evidente. En la desesperación
por ocultar la deshonestidad comicial puesta de manifiesto, que podría poner en
riesgo la continuidad de su proyecto, habrían recurrido al as de espadas que atesoraban
para el momento decisivo de la próxima elección.
Especulamos
entonces que el manejo de la opinión pública se habría planificado siguiendo el
modelo ensayado con éxito en Brasil: en plena campaña presidencial,
procesamiento, encarcelamiento e inhabilitación para Lula. Pero aquí, teniendo
que correr detrás de una denuncia en contra demoledora y necesitando en
consecuencia echar mano de una contraofensiva contundente, que fuera algo más
que una mera cortina de humo, la artimaña de reproducir el esquema carioca a
nivel doméstico quedaría desbaratada. Recuerdo que también nos preguntamos si
esa alteración de los tiempos no sería un condicionante para el desarrollo del
último tramo de la gestión Cambiemos. En otras palabras, si al alterar su
estrategia de agenda, Macri no se quedaría sin nafta para llegar hasta octubre.
¿Eran
apreciaciones demasiado alucinadas? Berni y yo, ¿no nos habríamos ido al carajo
en nuestros cálculos? ¿No habríamos incurrido en ciencia-ficción política?
D'Alessio: "-¿Quieres que te regale un globo?"
Destapar la
causa de las fotocopias antes de tiempo resultó una caja de Pandora incontrolable
para el gobierno. El hecho tomó estado público el 1º de agosto de 2018, y que nombres
pesados del empresariado nacional e internacional aparecieran implicados
impactó fuertemente en los mercados y puso en entredicho la confiabilidad de los
negocios en el país. A días de destapada la olla, el dólar –que ya había
sufrido sus sacudidas en los dos meses previos– se disparó un diez por ciento. El
30 de agosto, a un mes de iniciado el revuelo, trepaba un 45%. En un mes pasó
de $ 27,67 a $ 40,04. A partir de entonces, la zozobra se hizo permanente en la
nunca firme política económica de la gestión Cambiemos. El mes siguiente, con
el agua ya al cuello, tuvo que salir corriendo a pedir la escupidera y
someterse nuevamente al FMI.
El 28 de
febrero de este año, Graciana Peñafort publicó una serie de tweets que muestran
que no estábamos tan desencaminados en nuestras apreciaciones. O al menos, que
ya somos varios los que maliciamos lo mismo. La bala de plata habría resultado
un tiro por la culata, y la caja de Pandora terminó de abrirse en las
alcantarillas.
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