Argentina 2018: viejas mañas, nuevas guerras
El 5 de agosto de 2016 Cristina Fernández, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, decía lo siguiente:
“… tenemos que construir y que aprender y comprender y
entender qué mecanismos se mueven desde lo psicológico, desde lo individual,
sobre cada uno de nosotros, o sobre cada uno de nuestros compatriotas, para
que, en determinado momento, segmentos de nuestra población terminen obrando en
contra de sus propios intereses. En algún lugar alguien esto lo tiene estudiado, y opera
desde lo mediático (…). Han indagado en la psicología de la gente para poder
trabajar sobre eso y en algún momento producir una suerte de divorcio entre la
experiencia de los sectores populares, medios, sus intereses, para que esos
sectores se divorcien del otro. Sobre esto ha pivoteado el desencuentro de los
argentinos de los 200 años.”
El resultado de
sus pesquisas se vio hace poco, cuando con Dilma Rousseff difundieron el
concepto de lawfare.
Lawfare no es otra cosa que la cooptación
por un sector, en este caso el corporativo, de las herramientas mediáticas y
judiciales de un país. Los medios instalan prejuicios que el aparato judicial
valida y convierte en juicios y condenas.
Por medio de la
calumnia y la difamación se genera una situación de hecho. Los medios preparan
el terreno y allanan el camino para que actúen los jueces. El proceso se lleva
en paralelo: los medios inducen en la opinión pública la presunción de culpa,
los juzgados libran acciones, que a su vez son amplificadas por los medios, lo que
a su vez avala nuevas ofensivas judiciales.
Lo que va de la fair law a la lawfare
El aparato
judicial se torna no una herramienta de la Justicia sino de los poderes
económicos concentrados. La prensa no funciona como el control del poder
político por la opinión pública sino como el control de la opinión pública y el
poder político por los mismos poderes económicos concentrados.
El procedimiento
busca incriminar y deslegitimar a opositores políticos, restarles apoyo
popular, acorralarlos, intimidarlos y finalmente cercenar su libertad.
Una vez
neutralizados los adversarios, el establishment se apresta a
tomar posesión de los puestos ejecutivos y coloca allí a fieles implementadores
de sus políticas. La figura del político tradicional ya ha sido
convenientemente demolida a efectos de realzar el perfil técnico de los
gerentes. A los molestos políticos, a los que durante décadas se cortejó, aduló
o presionó para que favorecieran sus intereses, ahora se los desplaza y,
prescindiendo de intermediarios, se coloca en el poder a operadores
incondicionales. El concepto “atendido por sus propios dueños” se irá
identificando, sibilinamente, con el de democracia representativa.
Como son técnicos
de los poderes fácticos, los nuevos gobernantes buscarán adecuar todo el
sistema al esquema de negocios, eliminando las regulaciones que pudieran
trabarlo. Esas regulaciones, de más está decir, son las que protegen a la
comunidad en su conjunto, entendiéndose por tal a los distintos colectivos
sociales, la biodiversidad, el medio ambiente y la soberanía nacional.
Lawfare no es un concepto
nuevo: surgió en China en 1999, cuando dos coroneles (Qiao Liang y Wang
Xiangsui) escribieron Guerra
Irrestricta. Consideraban a la lawfare como un arma militar más. Dos años
más tarde, en 2001, otro militar, pero en este caso estadounidense y de mayor
graduación (Major General Charles Dunlap, ver https://www.lawfareblog.com/about-lawfare-brief-history-term-and-site),
abrió la caja de Pandora en el peor lugar y la idea fue adoptada por la CIA.
La intelligentzia progresista Argentina
viene atrasada con el tópico, que ya está siendo estudiado regularmente en el
mundo y que aquí necesita ser profundizado y difundido. En Nueva York ya tiene
asiento el Lawfare Project, que se propone
combatir el lawfare en todas sus
manifestaciones movilizando funcionarios, juristas, expertos legales y prensa de
todo el mundo contra el abuso de la ley utilizada como arma de guerra (https://thelawfareproject.org/). También en
Brasil se creó, a raíz de las acusaciones contra Lula, el Instituto Lawfare (ver https://www.conversaafiada.com.br/brasil/juristas-brasileiros-criam-um-instituto-lawfare), mientras que
el libro Lawfare: Law as a Weapon of War, de Ordre F.
Kittrie, aún no tiene versión en español (consultar http://www.marcialpons.es/libros/lawfare/9780190263577/).
Posdemocracia
Hay un segundo
concepto que está siendo desarrollado, que es el de Posdemocracia. También hay textos que han avanzado sobre el tema
y que, curiosamente, tampoco se encuentran en nuestro país. Por ejemplo, Pos democracia, de Colin Crouch, que a pesar de ser del 2004, es
casi inconseguible (ver https://www.casadellibro.com/libro-posdemocracia/9788430605491/948771).
Pero también
está el libro de Rubens Casara El Estado
Pos-Democrático (ver https://www.livrariacultura.com.br/p/livros/historia/historia-mundial/estado-pos-democratico-neo-obscurantismo-e-gestao-dos-indesejaveis-46704812),
un destacado legista brasileño. Dejemos que explique la idea con sus propias
palabras:
Haceme shock
La verdad es que
venimos atrasados por estos pagos con categorías que ya se están manejando y
que ayudan a repensar la realidad y los métodos para enfrentarla.
Para completar
el panorama, el último libro de Naomi Klein, Decir No no basta, también aporta sustancia, y
éste sí se consigue en cualquier librería, como los demás de la autora. Klein
da un paso adelante en su teoría del shock y nos informa que la intención de
las derechas es colapsar el sistema. Lo cual nos lleva a algunas reflexiones
provincianas:
Desde que asumió
la gestión Macri, con su guerra a muerte al kirchnerismo, tuve la sospecha de
que irresponsablemente
estaban empujando a los sectores más postergados a la radicalización. Si el
kirchnerismo servía de dique a las reivindicaciones más clasistas, su
descalificación sistemática hasta la ignominia iba a generar un derrumbe de las
políticas de alianza de clases hacia un conflicto escalado, con ramificaciones
en la inseguridad delictiva y la violencia política. A la luz de todas las
comprobaciones (las propias, a partir de las últimas movilizaciones, y las
leídas, que es posible confrontar en estos textos), no se trata de una
irresponsabilidad del gobierno, sino parte de su proyecto. La guerra declarada
y justificada en los valores de siempre: patria, propiedad, familia. La teoría
del shock permanente.
(Aclaración: la teoría del shock, en pocas palabras de la misma
Klein: “Un
estado de shock es lo que se produce cuando se abre una brecha entre los
acontecimientos y nuestra capacidad inicial para explicarlos. Cuando nos vemos
en esa situación, sin un discurso, sin nada a lo que agarrarnos, mucha gente se
vuelve vulnerable a que figuras de autoridad nos digan que hemos de tener miedo
unos de otros y renunciar a nuestros derechos en pro de un bien mayor”.)
OXFAM es una
confederación internacional de 17 organizaciones no gubernamentales unidas
contra la pobreza, a la que no se ha integrado ninguna argentina. En su último
informe al respecto (https://www.oxfam.org/es/informes/una-economia-al-servicio-del-1),
nos anoticia de que el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza
que el 99% restante. Para más datos, en 2015 62 personas poseían la misma
riqueza que 3.600 millones, y esa riqueza de 62 personas se había incrementado
un 45% en apenas cinco años. La de 3.600 millones, en cambio, se retrajo un
38%.
Bien, ese 1% más
rico es el que está dominando el mundo de la pos democracia e imponiendo la artillería
tradicional y la nueva, el lawfare. ¿En qué
medida, y por qué razón, estas personas verían con alguna simpatía cualquier
forma de democracia?
Son muchos los
temas para pensar, debatir y explorar en una nueva y necesaria actualización
doctrinaria. Venimos corriendo de atrás, pero estas son herramientas valiosas
con las que hay dos tareas que desarrollar: la primera, su divulgación
extensiva y didáctica, posibilitará la segunda: la reflexión, el debate y la
profundización de los conceptos en el análisis de su modalidad local, con sus
expresiones específicas, sus fenómenos monstruosos propios y los caminos que
haya que darse para enfrentarlos.
A mi, que me gusta el género de la ficción, tanto en el cine como en la literatura.... ha logrado darle vida al miedo permanente mediante este blog, y de ahora en mas nunca podré dormir en paz.
ResponderEliminarMe ha dejado azorado y mi paranoia ha comenzado esta vez de una manera contante y sonante.... debo admitir que era mas ingenuo de lo que imaginaba. Nunca lograremos hacer uso de nuestro libre albedrío (sólo será una ilusión para poder seguir viviendo), ya que hagamos lo que hagamos no dejaremos de ser un "experimento social" (por supuesto siempre en desmedro de los que menos tienen)
Esto es muy bueno para saberlo para comenzar un 2018 prevenidos.
Bueno, claro, no es ficción, aunque se describe un mundo real que se acerca cada vez más al ideal orwelliano. No sé si para exorcizar la paranoia, pero al menos para comprender en qué mundo estamos parados, La Doctrina del Shock, de Naomi Klein, es un buen antídoto. No es que uno se tranquilice, pero todo encaja con más lógica. El Mundo según Monsanto, de Marie-Monique Robin, también aporta las pesadillas necesarias para entender mejor el panorama macro de integración de empresas, gobiernos y negocios bélicos a nivel global.
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