Especial CFK: La fórmula imposible



Atilio Borón, en reciente entrevista radial (https://youtu.be/2-6WAH6d1nw), advierte sobre cierto triunfalismo exagerado en los sectores progresistas, que da por hecho la victoria de la virtual candidatura de Cristina Fernández en las próximas presidenciales de octubre.
Tal triunfalismo se apalanca en insospechables sondeos de opinión que día a día amplían su ventaja sobre el oficialismo de Cambiemos. Algunos ilusionados incluso disfrutan con fruición anticipada las instancias de un debate entre candidatos. Lo cierto es que los errores de gestión encadenados y la permanente sucesión de furcios, expresiones desafortunadas, lecturas burreriles, fallidos y agujeros negros en la cultura más elemental del presidente terminaron desnudando a Mauricio Macri, pese a todos los esfuerzos cosméticos ensayados por su equipo de imagen, como el pelotudo que sintética y acerbamente le apostrofara su padre.
Muchos de los que presumiblemente alguna vez hayan escuchado tan amargo y desengañado anatema de labios del propio Franco, y que forman parte del enigmático círculo rojo, poseen la suficiente experiencia como para saber que, así como el Fondo Monetario nunca cambió (más allá de los esfuerzos propagandísticos gubernamentales, que buscaron infructuosamente instalar la idea de un “Nuevo Fondo”), tampoco lo hizo Mauricio Macri por obra y gracia de la primera magistratura. Sigue siendo el mismo, y nunca dejó de serlo, lo cual no fue óbice para que lo convirtieran en mandatario. Por tanto, la imagen de Mauricio “este pelotudo” Macri como oponente débil e inconsistente no resulta real. No por él, sino por lo que tiene detrás.
Porque el formidable dispositivo cultural del que dispone, y que va desde los medios de comunicación a la embajada norteamericana, pasando por formadores de opinión, centros de investigación privados, agrupaciones del agro y la gran empresa y centros financieros, conforma una poderosa quinta columna que no se puede subestimar.
Borón insiste en que, si bien hay perspectivas halagüeñas, lo cierto es que aún no se ha ganado nada, y que tampoco luce tan consistente el panorama al día de hoy. Para alcanzar el objetivo considera más importante que la elección en sí, dar la batalla cultural para derrotar el discurso imperante de “único camino” que tan convincente ha resultado para enormes sectores de la población, pese al despeñadero que incuestionablemente se presenta, cada vez más próximo, ante sus ojos.

Los riesgos

Aquí nos conviene agregar, sobre el alerta de Borón, otros riesgos que se hacen evidentes. El primero es enfatizar la fortaleza de Cristina Fernández y no prestar atención a las debilidades de la actual construcción frentista.
En al menos tres entradas de este espacio (PASO 2017: El infierno tan temido, La tragedia kirchnerista en cinco actos, Peronismo + kirchnerismo: denuestos en las redes) abordamos la posible  inconveniencia del empecinamiento obsesivo en el protagonismo absoluto de CFK. Esas notas se publicaron entre agosto de 2017 y febrero de 2018, lapso que va desde el momento en que se estaba definiendo su candidatura a senadora hasta el período inmediatamente posterior, en el que, ya instalada en la banca, se presentaba la oportunidad propicia para encontrar y comenzar a foguear una figura de reemplazo dentro del espacio propio.
Lo que se apuntaba en aquellas reflexiones era la preservación de Cristina Fernández como figura consular que diera espesor y robustez al proyecto como voz de autoridad sin carga funcionaria, y soporte estratégico a los candidatos emergentes. Eso hubiera permitido un traspaso generacional ordenado, y ahorrado puntos de ataque fácil para la oposición confederada de derecha (medios + políticos + centros de poder real nacionales y extranjeros), que pueden continuar machacando sobre las falacias instaladas como verdades en el curso de los últimos diez años. Como mínimo, hubieran tenido que empezar a trabajar en la construcción de nuevas acusaciones. Y eso, cuanto menos, hubiera servido para ganar algo de tiempo sin cancha embarrada.
No es un dato menor que quien primeramente parecía sugerir esta necesidad de renovación era la propia Cristina, tal como puede apreciarse en distintas intervenciones suyas, de las que aquí van sólo algunas muestras:
 
Cabe mencionar que estos extractos no son más que recortes que deben ser contextuados en un discurso mayor que les otorga completa consistencia: al pie de esta nota pueden encontrarse los links a los videos completos. Pero por supuesto, también corresponde considerar la mirada escéptica, que no ve en estas declaraciones de renuncia más que una puesta en escena. Acting o no acting, lo dicho, dicho está; y hubiera habilitado a cualquiera que recogiera el guante. Nadie lo hizo, dentro del núcleo del kirchnerismo; y entonces, instancia tras instancia, CFK apareció no sólo como la mejor, sino como la única referente. Lo cual, hay que admitirlo, no es una buena noticia.
El segundo riesgo se desprende de otro de los enunciados que con mucha claridad CFK se preocupó por subrayar en su momento:
 
De la unidad de la oposición se viene hablando desde hace tres años. Pero la incapacidad o falta de voluntad de todas las partes involucradas para avanzar en un consenso hace que todo haya quedado para último momento. Así, llegamos casi al tiempo límite de las definiciones y no hay el más mínimo acuerdo programático.
Entonces, hasta aquí, no sólo Cristina Fernández es la única opción por el espacio propio, no como resultado del debate interno sino por imposición de la voluntad y el peso específico del núcleo más duro, sino que con la misma lógica se va posicionando en cualquier ensayo más amplio de unidad.
Hasta el momento, el único argumento es consolidar la mayor coalición posible liderada por la figura que tracciona mayor cantidad de votos según las encuestas. Pero para qué, con qué objetivo, en qué dirección (más allá de una imprecisa diferenciación del rumbo del actual gobierno) son definiciones que, casi encima de las fechas de presentación de listas, brillan por su ausencia.
Si no se trabaja sobre esos aspectos, si no se articulan procedimientos de negociación y participación de las partes constituyentes, lo que hay por delante, en caso de imponerse en el voto, es un gobierno carente de los necesarios vasos comunicantes para el procesamiento ascendente de iniciativas y críticas. Un elenco de pocos integrantes que lo ejecuta todo, con la consecuente dinámica palaciega, y no enfocado en la gestión de realizaciones descentralizadas.
Modelo de administración que no sólo ofrece un radio de acción limitado y encapsulado; también la factible paradoja de elaboraciones progresistas por medios reaccionarios o autocráticos. Lo cual lo convertiría, por añadidura, en blanco fácil para la caracterización previsible de gobierno anticuado y autoritario.
Eso, como queda dicho, en caso de imponerse en el voto, y tal como Borón lo plantea: algo que aún no está dado, a la vista del poderosísimo engranaje de recursos comunicativos, económicos y de lobby a disposición de los poderes fácticos, y al que hay que enfrentar y derrotar.
En ese punto, Borón habla específicamente del carácter central de la batalla cultural. Nos extendemos en eso en un aparte de esta nota, para no distraer el foco (ver La batalla cultural).
Pero asumiendo la victoria en los comicios, se estaría enfrentando el tercer riesgo, y el mayor: las expectativas de los votantes.

El día después

El gobierno de Cambiemos ha procurado exacerbar a la sociedad como una de sus premisas de acción política. A falta de mejores argumentos, ha pivoteado sobre la irracionalidad y la violencia tras las cuales encolumna a los propios; a falta de militancia, ha buscado entrenar talibanes.
En función de sus fracasos, mucha tropa se le va desgranando, pero el odio sembrado permanece y se pasa de bando, intacto. Se suma a la furia de los desesperados, de los castigados, de los hambreados, de los apaleados y de los judicializados.
El próximo gobierno deberá ser de transición. Tendrá que contener las demandas de una sociedad exasperada, y en caso de ganar una fórmula encabezada por CFK, la expectativa será que de la noche a la mañana retornemos al 9 de diciembre de 2015. Algo que es imposible de imaginar siquiera. Sin embargo, la bestialidad discursiva a la que ha empujado a la sociedad el gobierno de Cambiemos y el pánico ante el vacío pueden gatillar los reclamos más disparatados. Los grandes medios colaborarán gustosos con todo lo que esté a su alcance.
La performance del próximo gobierno en materia económica promete discreción y administración. Borón, de acuerdo con Heller, habla de un “programa modesto”. El panorama que se presenta es de desastre. No se puede, de la noche a la mañana, desarmar de cuajo lo existente sin romper todo, como hizo Cambiemos. Habrá que ser más responsables y meditar cada paso, a fin de evitar mayores males futuros.
En cambio, en materia política debería afrontar grandes transformaciones. Siguiendo el oportuno planteo de Borón, es ineludible pasar a disponibilidad a todo el fuero federal del Poder Judicial y reformularlo desde la base. Eso implicaría, además, una reforma constitucional. Otras urgencias, de carácter alimentario, sugerirían postergar esta decisión para momentos más oportunos. Sin embargo, no parece posible que el Estado pueda seguir operando con este aparato jurídico desquiciado.
En este contexto, la imaginación desbordada de Borón propone la fórmula Cristina Fernández-Ricardo Alfonsín. Entiende que sería la forma más efectiva de ampliar representación y capturar sectores desgajados del oficialismo, imprescindibles para inclinar la balanza de manera contundente en la elección.
Borón no lo dice, pero también sería un elemento compensador para el frente de tormenta que se presenta, como se dijo, tanto en lo económico como en lo político.
En lo económico-social, Alfonsín podría fungir como amortiguador. Contrapesar las demandas extremas de la sociedad; garantir una transición ordenada hacia la estabilización del zafarrancho macrista sin la aceleración en el desarrollo que será exigida desde sectores más radicalizados (radicalizados, no radicales). El costo político, de esta manera, sería absorbido por un acuerdo más amplio de partidos y no sólo por el peronismo.
En lo político, robustecería las posibilidades de una reforma judicial en la que incluso sería posible la reforma de la Carta Magna por un consenso de peronismo y radicalismo, que lograra desterrar el vergonzoso sistema de hijos y entenados que rigen el poder del Estado encargado de velar por la aplicación de las leyes, y daría cauce a cambios estructurales profundos para ampliar los límites al poder real. Adicionalmente, la alianza con estos sectores radicales empujaría a otros restos dispersos del peronismo a sumarse, a riesgo de acabar como agrupaciones residuales y aisladas sin ninguna gravitación
Borón toma nota de que RA junior ha mostrado señales de acercamiento. No sabemos si, en su fuero íntimo, CFK sería capaz de considerar la posibilidad de una alianza. Sí se puede asegurar que, a la vista de lo que resta, las probabilidades de concretar esa conjunción resultan escasas hasta lo imposible.
Lo que en cualquier caso debería tomarse en cuenta, desde cualquier posición progresista con aspiraciones de acceso al poder, es la consideración de todos estos problemas que ya están presentes alrededor de la elección, y que no pueden soslayarse para ningún después.

Los links a los videos completos son los siguientes:
Discurso de Cristina Kirchner en Comodoro Py: https://www.youtube.com/watch?v=Q24HlcX4Ruc
Cristina Kirchner en el ND/Ateneo: https://www.youtube.com/watch?v=XMKnwpCx0Cg
Cristina Kirchner en SADOP: https://www.youtube.com/watch?v=zUAv3KtJPl0
Entrevista a Cristina Kirchner en C5N – 25/05/17: https://www.youtube.com/watch?v=xwxUKou0lJY
01 - ¿Por qué la candidatura a senadora?: https://www.youtube.com/watch?v=FeTRTyFB4CA


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